Las fachadas revestidas con mortero monocapa, presentan normalmente un despiece característico motivado por la necesidad de disponer de juntas constructivas y de trabajo. La junta colabora con el buen comportamiento del revestimiento puesto que es el lugar donde el producto puede asumir las retracciones que se originan durante el fraguado. Por otra parte, también son necesarias para poder fijar unas zonas de trabajo que permitan una correcta puesta en obra y ejecución de los acabados. Como se ha visto, la mayoría de acabados se aplican en un momento determinado de la fase de endurecimiento del producto – pocas horas después de la aplicación-, por lo que es importante que la superficie que se vaya a realizar en una jornada pueda ser ejecutada correctamente contando con los tiempos de espera para la realización del acabado. Si la extensión de la zona aplicada es excesiva, no dará tiempo a realizar el acabado y al día siguiente, en algunos casos, podría ser tarde para realizarlo. El mortero ya habrá endurecido casi completamente. Es muy difícil tener éxito intentando empalmar dos superficies de monocapa realizadas en días distintos. La junta se marcará involuntariamente y es muy probable que se aprecie un cambio en textura o tonalidad.