Cuando se intenta definir el monocapa se debe asumir un concepto ambivalente según el aspecto terminológico o el más estrictamente técnico. A menudo, esta dualidad puede llevar a alguna confusión. Un revestimiento monocapa, como su nombre indica, consiste en un elemento superficial que constituye una única capa constructiva. Como ya se apuntaba antes, en la tradición histórica de los revestimientos continuos, algunas de sus variantes se obtienen por la superposición de varias capas de productos similares con dosificaciones o granulometrías variables según se trate de una capa de base o de acabado. En contraposición a esto, el revestimiento monocapa, configura una única capa de un mismo producto, con una misma dosificación. Esa será su naturaleza una vez terminada su aplicación y de ahí su nombre. Aún así es posible que, en algunos casos, para la colocación en obra del revestimiento monocapa se hayan aplicado dos manos del producto. No consideramos en este caso, que cada una de las manos sea una “capa constructiva”. Si nos fijamos en la denominación, los revestimientos de pintura son claramente un revestimiento “monocapa”, aunque para su obtención se hayan dado dos o tres manos del mismo producto. En el caso de los revestimientos continuos que nos ocupan, el nombre enmascara la realidad del procedimiento de aplicación, aunque en una gran mayoría de casos se ejecute realmente una única mano o capa.
Desde un punto de vista operativo y sencillo, un mortero monocapa se puede definir como un mortero industrializado que se suministra listo para mezclarlo con agua, amasarlo y extenderlo sobre las paredes de cerramiento exterior y obtener en una única actividad de obra el acabado de fachadas.
La definición técnica más común del mortero monocapa, se basa en la recopilación ordenada de sus características principales:
Es un mortero predosificado industrialmente, compuesto por cemento, aditivos, áridos, y fibras, al que únicamente se le añade agua en obra y, una vez amasado, se extiende o proyecta sobre las paredes de cerramiento en una sola capa de unos 15 mm de espesor, que se ejecuta en una o dos manos consecutivas del mismo material, con distintas posibilidades de texturas y colores que constituye por sí mismo el acabado de fachada. El producto fraguado tiene propiedades impermeables y transpirables que contribuyen al buen comportamiento higrotérmico de las fachadas.
Sus características permiten que absorba el agua de lluvia pero, a su vez, impiden que lo atraviese y llegue al soporte, y facilitan su posterior evaporación durante el período seco. Al mismo tiempo permite el tránsito del vapor de agua que se genera en el interior del edificio hacia el exterior.
El aspecto final del monocapa se puede escoger entre una serie de posibilidades en función de los pigmentos y el tratamiento final de la superficie una vez aplicado sobre el soporte. Los pigmentos son de una gama extensísima, preferentemente en tonalidades claras y las texturas finales se obtienen a base de aplicar distintos tratamientos a la superficie vista una vez aplicado el producto, o por proyección de áridos cuando el mortero aún está fresco.